
Plantear la renovación de la imagen corporativa de una asesoría es un proceso estratégico que debe abordarse con cuidado y planificación. La imagen corporativa es esencial para transmitir los valores, la profesionalidad y la seriedad de la asesoría, por lo que cualquier cambio debe alinearse con la identidad de la empresa y las expectativas de sus clientes. Aquí te explico cómo abordar este proceso.
1. Análisis y diagnóstico inicial: Antes de iniciar cualquier cambio, es fundamental realizar un análisis exhaustivo de la imagen actual de la asesoría. Esto incluye evaluar el logo, los vinilos, rótulos, letras corpóreas y otros elementos visuales. Pregúntate si estos elementos reflejan los valores y la misión de la empresa, si están actualizados o si hay discrepancias entre la imagen que se proyecta y la percepción que tienen los clientes. También es útil recoger opiniones de empleados, clientes y otros stakeholders para entender qué aspectos de la imagen actual funcionan bien y cuáles necesitan mejorarse.
2. Definición de objetivos y estrategia: Una vez que tengas una visión clara de la situación actual, define los objetivos de la renovación. ¿Qué se quiere lograr con el cambio? Puede ser modernizar la imagen, adaptarse a nuevas tendencias, reposicionarse en el mercado o simplemente refrescar la marca. Con estos objetivos en mente, desarrolla una estrategia que incluya todos los elementos que serán renovados: logo, rótulos, vinilos, etc. Esta estrategia debe alinearse con la identidad y valores de la asesoría, asegurando que los cambios refuercen su posicionamiento.
3. Diseño y creatividad: En esta fase, es importante contar con diseñadores gráficos o agencias especializadas que puedan dar vida a la nueva imagen. Comienza con el rediseño del logo, ya que este es el elemento central de la identidad visual. El nuevo logo debe ser moderno, sencillo, y capaz de transmitir los valores fundamentales de la asesoría, como confianza, profesionalidad y seriedad. A partir del logo, se diseñarán los demás elementos, como vinilos para ventanas, rótulos exteriores e interiores, y letras corpóreas. Es fundamental que todos estos elementos mantengan coherencia visual y se integren de manera armoniosa en todos los puntos de contacto con el cliente.
4. Presentación y feedback: Antes de implementar los cambios, presenta las nuevas propuestas de imagen a los principales stakeholders de la asesoría, incluidos empleados y algunos clientes de confianza. Recoge sus opiniones y feedback para hacer ajustes si es necesario. Involucrar a estas personas en el proceso ayuda a asegurar que la nueva imagen sea bien recibida y aceptada por quienes interactúan directamente con la asesoría.
5. Implementación y ejecución: Una vez aprobada la nueva imagen, planifica su implementación en todos los puntos de contacto de la asesoría. Esto incluye la instalación de nuevos rótulos y vinilos en la oficina, la actualización de papelería corporativa, tarjetas de visita, documentos oficiales, y cualquier otro material que lleve el logo. La transición debe ser coherente y, si es posible, rápida, para evitar confusión entre los clientes. También es importante comunicar el cambio a todos los clientes a través de una campaña de comunicación, explicando el motivo de la renovación y cómo esta refuerza el compromiso de la asesoría con la calidad y el servicio.
6. Seguimiento y ajustes: Tras la implementación, realiza un seguimiento para evaluar la recepción de la nueva imagen tanto interna como externamente. Recoge feedback y, si es necesario, realiza ajustes menores para asegurar que la nueva imagen cumpla con los objetivos planteados y sea efectiva en fortalecer la marca.
Renovar la imagen corporativa de una asesoría no es solo un cambio estético, sino una oportunidad para revitalizar la marca y reforzar su posicionamiento en el mercado. Con un enfoque estratégico, creativo y bien planificado, la renovación puede generar un impacto positivo tanto en los empleados como en los clientes.